El poliéster, la forma más común de tereftalato de polietileno (PET), es una fibra sintética sintética derivada de una reacción química entre el petróleo, el aire y el agua. Fue patentado en la década de 1940. Desde entonces, el uso de poliéster en la producción de productos como tejidos industriales, muebles y prendas de vestir ha aumentado exponencialmente.
La industria textil deportiva, por ejemplo, apuesta en gran medida por el uso del poliéster debido a sus ventajosas cualidades. Los tejidos de poliéster son el mejor aliado del deportista porque son muy elásticos, resistentes a la abrasión, fáciles de cuidar y, sobre todo, absorben menos humedad y expulsan el sudor con mayor facilidad que otro tipo de tejidos.
Sin embargo, por muy adecuado que sea el poliéster para la ropa deportiva, es una fibra sintética que proviene de una fuente no renovable (petróleo). Cuando se considera que la industria petrolera es uno de los mayores contaminadores y contribuyentes al cambio climático del mundo, las cosas empiezan a verse mal. Es más, el poliéster no es biodegradable: podrían pasar hasta 200 años hasta que se descomponga por completo, contaminando el planeta y los océanos que dan vida.
Teniendo en cuenta todos estos factores, es fácil ver que la producción de poliéster virgen es extremadamente insostenible. Entonces, ¿cuál es la mejor opción para los atletas que necesitan ropa deportiva de alto rendimiento?
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